Me siento como cuando acabas un libro
con ganas de más o segundas partes
y al mismo tiempo con ansias de cosas
nuevas.
Hoy he conocido a una persona muy
especial. Me ha estrechado la mano fija con mirada suelta.
Lo que más le gusta del mundo es pasear;
no deja reposar las escaleras mecánicas subiéndolas y bajándolas como si no
hubiera fin ni nadie que le acompañase. Sufre cambios de ritmo repentinos sin
importarle tocar a la gente aunque me he dado cuenta de que siempre es
selectivo. El no mira por encima del hombro aunque sea el más alto, pero si
detiene su interés en aquello que le llama la atención. Es un gran observador,
como los ornitólogos.
Me cuenta curiosidades tales como:
- La estación de metro de Madrid a más profundidad,
es la de Cuatro Caminos, a 100 metros bajo el suelo, con 6 tramos de
escalera, casi pudiendo rozar el núcleo terrestre (más tarde reconoció
haber exagerado un poco).
- También, que la calle más corta del mundo pega
con su instituto y que además tiene nombre como de científico y planta al
mismo tiempo (Calle Botánico Mutis). Más tarde también dijo que a lo mejor
la calle de arriba es la misma, pero no seré yo quién lo compruebe porque
la idea de qué de verdad lo sea, me hace diferente.
- Por último me explica, que si eres coleccionista
de monedas, veré en 2015 la cara de Felipe VI en las monedas y que las
anteriores, si son de un euro, alcanzarán un valor doble (y yo pensando:
joder con los putos borbones...)
En fin, que recorriendo hoy el metro, los andenes parecían colores y sus pasajeros, susceptibles de ser aprendidos.
-Puedes
retirarte- me dice al despedirse.
Por
cierto, hoy justo,
he
acabado un libro.
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